Antes de comenzar a estudiar hay que preparar y tener a mano el
material que se va a utilizar: apuntes completos, libro de texto, lápices,
bolígrafos, cuartillas, calculadora, etc.
Hay que evitar tener
que levantarse por tal o cual cosa, con la pérdida de tiempo y atención que
ello supone.
En primer lugar hay que determinar la materia que se va a trabajar.
Normalmente el estudiante trabajará cada lección individualmente. No pasará a
la siguiente hasta que no tenga dominada la anterior.
Se entiende por
dominar una lección conseguir un nivel de conocimiento tal, como si uno se
fuera a examinar de ella al día siguiente.
El aprendizaje de cada lección se realiza gradualmente, dando diversas
vueltas a su contenido, profundizando cada vez más y afianzando los
conocimientos.
El aprendizaje
es un proceso progresivo que va desde una visión general a un
conocimiento en profundidad.
La primera vuelta es una toma de contacto con el nuevo tema.
Consiste en leer el índice de la lección, ver como se estructura, cuales
son los apartados y sub-apartados, ver de cuantas páginas consta, etc.
En definitiva hacer una valoración inicial del contenido que se va a
estudiar y de su posible grado de dificultad.
A continuación se dará una lectura completa a la lección poniendo
la máxima atención.
Con ella se pretende saber de que trata la lección, entenderla, quedarse
con las ideas principales, formarse una idea general sobre el tema.
En esta primera lectura no se debe subrayar nada (es un error que cometen
muchos estudiantes).
Otro error habitual es tratar desde un primer momento de memorizar la
lección sin tener aún una idea general de la misma.
La siguiente vuelta es ya propiamente de estudio:
Se va leyendo epígrafe por epígrafe, deteniéndose en cada uno de ello,
subrayando las ideas principales y tratando de repetir a continuación con las
propias palabras lo estudiado.
Hasta que no se consigue dominar cada epígrafe con cierta precisión no se
debe pasar al siguiente. Si el epígrafe es muy extenso se puede subdividir en
dos o tres bloques e irlos estudiando independientemente, tratando al final de
desarrollarlo en su totalidad.
La siguiente vuelta es de afianzamiento:
Se revisa nuevamente epígrafe por epígrafe hasta conseguir dominarlos con
cierto nivel de seguridad.
Cuando se termina esta vuelta el alumno debe tener ya un conocimiento
bastante preciso del tema. Comprende la lección, la entiende, sabe cómo se
estructura, sus ideas principales, y con una mínima ayuda es capaz de
desarrollar los distintos epígrafes.
Es el momento entonces de elaborar una ficha resumen, muy breve y escueta
(una cara de un folio, a lo más dos), en la que recoger un esquema de la
lección (apartados principales, sub-apartados, ideas principales, datos de
interés, etc.).
Servirá de guía en las
siguientes vueltas que se den a la lección, siendo muy útiles en los repasos
periódicos que se hagan.
Una vez elaborada la ficha, el estudiante dará diversos repasos hasta
considerar que domina la lección. Sólo entonces estará en disposición de
pasar a la siguiente.
Hay que tener muy claro que ésta es una de las posibles metodologías de
estudio, pero no la única.
Cada estudiante puede
tener su propio método de estudio; lo importante es que sea un método que
funcione y que resulte eficaz.
Un método que utilizan muchos estudiantes y que no suele funcionar
es releer muchas veces la lección, sin profundizar.
Es una forma de
estudiar "light" que exige menos esfuerzo pero que no da resultados.
Otro método que no es eficaz es el que se basa en la repetición
mecánica: se basa en repetir la lección una y otra vez hasta que queda
grabada.
El estudiante no se preocupa por entenderla, busca simplemente ser capaz de
repetirla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario