24 de enero de 2013

Habilidades Sociales en casos de Transtorno Generalizado del Desarrollo


Los niños con TGD padecen un déficit en habilidades mentalistas, lo que repercute

en la capacidad para entender las creencias y deseos de los demás, siendo por

tanto incapaces de predecir las acciones y conductas de los otros, en definitiva

presentan un importante déficit en la conducta social.


 
La teoría de la mente nos proporciona un mecanismo para comprender el

comportamiento social, si a una persona le faltara la teoría de la mente, es decir, si

una persona estuviera ciega ante la existencia de estados mentales, el mundo

social le parecería caótico, confuso y por tanto, pudiera ser que incluso le infundiera

miedo. En el peor de los casos esto podría llevarles a apartarse del mundo social

completamente y lo menos que podría suceder es que les llevara a realizar escasos

intentos de interacción con las personas, tratándoles como si no tuvieran "mentes"

y por tanto comportándose con ellas de forma similar a como lo hacen con los

objetos inanimados.

Se ha dicho que una teoría de la mente es también esencial para una comunicación

normal, tanto verbal como no verbal. Comprendemos el significado que hay detrás

de las expresiones o gestos y el habla de la otra persona, mediante la referencia a

sus intenciones y creencias.

La planificación de todo aquello que se vaya a trabajar con el niño debe seguir una


secuenciación clara, que se muestra a continuación.

Identificación de gestos y pictogramas y relación con su emoción: Debemos

enseñar al niño a reconocer diferentes estados emocionales básicos (alegría,

tristeza, enfado y susto). Para ello es conveniente tener un amplio repertorio de

imágenes que representen estos estados. Con estas imágenes se realizarán

clasificaciones, ofreciéndole imágenes de distintas personas en el mismo y en

distintos estados, para que escoja las que representan la misma emoción. Después,

se llevarán a cabo tareas comprensivas: “Coge triste, dame enfadado” y de

denominación: “¿Cómo está esta persona? y el niño deberá decir la palabra”

Por último, cuando el niño relacione cada pictograma y fotografía con su emoción y

sea capaz de gesticularla, podemos realizar con él un álbum de emociones que le

sirva para recordarlas, favoreciendo con ello la generalización de comprensión de

emociones a otros entornos.

Comprensión de la relación entre situación y emoción: El siguiente paso será

trabajar el que el niño sea capaz de identificar qué estados emocionales se

producen en diversas situaciones (anticipar la emoción que se producirá), así como

ser capaz de explicar la relación causal entre situación y emoción. Las actividades a

realizar son principalmente de análisis de imágenes o la realización de

representaciones con miniaturas. Generaremos situaciones y realizaremos

preguntas sobre ellas.
 

Comprensión de la relación entre creencia y emoción: Éste es el paso de mayor

complejidad en el trabajo de las habilidades socio-emocionales ya que implica

resolver y analizar situaciones basadas en los estados mentales de otras personas.

Para poder abordarlas, es necesario que los niños conozcan términos mentales

(pensar, creer, imaginar…), ser capaces de emplear bocadillos y nubes de

pensamientos y tener ciertas habilidades de Teoría de la Mente que les permita

diferenciar las creencias de otros de las propias. Para desarrollar este paso

trabajaremos actividades con viñetas y miniaturas.

Además podemos utilizar otros recursos más prácticos para el niño, como cajas de

caramelos o galletas donde introduzcamos otro objeto inesperado.

Junto con el niño introduciremos el objeto inesperado en la caja de galletas, e

iremos a otro familiar a preguntarle, ¿qué crees que hay aquí?, la persona que esté

interactuando con nosotros dirá que hay galletas porque no ha visto cómo hemos

introducido otro objeto en la caja de galletas, lo cual nos llevará a la enseñanza

“ver lleva a conocer, la otra persona no lo sabe porque no lo ha visto”.

 
A parte de trabajar el desarrollo de conducta emocional, y de empatía con los otros,

los niños con TEA requieren también de una planificación y organización de su

conducta social. Como hemos dicho, este tipo de niños funcionan muy bien dentro

de actividades con importante carga rutinaria, pero las relaciones sociales suelen

darse en situaciones poco estructuradas, como fiestas: navidades, cumpleaños,

salidas con la familia y amigos, etc. Los niños con TGD suelen presentar

importantes dificultades en estas actividades, por lo que es importante

planificárselas y explicárselas con cierta antelación. Esta planificación y análisis

previo de las situaciones se pueden llevar a cabo con dos elementos claves: las


historias sociales y los guiones sociales.




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