Desde la psicología, los problemas de conducta se definen como las
dificultades que tienen algunos niños para acatar reglas que otros aceptan más
fácilmente. Algunas de las conductas que pueden observarse son: desobediencia
constante a padres y/o maestros, berrinches severos en cualquier espacio donde
se encuentre el niño, conductas agresivas y/o violentas (físicas o verbales)
hacia otras personas u objetos, rehusarse a realizar las tareas que le
corresponden (tanto escolares como del hogar), mentir acerca de su persona y sus
acciones, entre otras.
A los niños de entre dos y tres años les
cuesta obedecer, intentan oponerse a las normas que les imponen los padres y se
ponen agresivos cuando los padres no aciertan a comprender lo que piden o no
acceden a sus deseos. El adolescente también cuestiona las normas y se
rebela.
Estas actitudes son normales, porque
corresponden a etapas evolutivas en las que se adquiere la autonomía y la
oposición aparece como vía de consolidación de la identidad.
La desobediencia en los niños o la rebeldía
en la adolescencia son comportamientos normales. Solo algunos casos concretos
que cumplen unos criterios diagnósticos específicos, corresponden a Trastornos
de Conducta (TC).